las bacterias

                                                        BACTERIAS


Las bacterias


Las bacterias son seres unicelulares de estructura simple y núcleo difuso, generalmente sin clorofila, y que se reproducen por biparticinó. Constituyen un grupo de microorganismos unicelulares muy arcaicos y caracterizados por la ausencia de una membrana nuclear que delimite su núcleo; por esta razón son llamados organismos procariotas, como el tipo celular al que pertenecen. Junto con las cianobacterias o algas cianofíceas, forman parte del grupo de los Moneras, uno de los cinco reinos de la naturaleza, de acuerdo con la vigente clasificación de los seres vivos inspirada en la obra del naturalista estadounidense R. H. Whittaker.

Las bacterias conocidas (que son probablemente una parte relativamente exigua de las especies existentes) presentan mucha más diversidad metabólica que la que existe en el resto del mundo viviente. Entre ellas, un grupo de especies, las denominadas arqueobacterias (entre las cuales se cuentan muchas formas termófilas, capaces de prosperar en las aguas hirvientes de las fuentes termales) presentan caracteres muy particulares, y aunque no se conocen con precisión (y probablemente deberían clasificarse completamente aparte) son, con toda probabilidad, los organismos vivientes más arcaicos.

Formas principales
Examinadas al microscopio, las bacterias presentan tres formas principales. Algunas, los cocos, son células esféricas, como los estreptococos, los estafilococos o los enterococos. Las que tienen forma de bastoncillo, con los extremos redondeados o afilados, reciben el nombre de bacilos (colibacilos, salmonelas, etc.).


Clasificación morfológica de las bacterias

Un tercer grupo lo integran los espirilos, de formas curvadas (como en el caso de los vibrios o vibriones ) o francamente espiraladas (como las espiroquetas). Las formas ovoides, intermedias entre los cocos y los bacilos, se denominan cocobacilos.

Dimensiones y estructura
La célula bacteriana tiene unas dimensiones del orden del micrómetro o micra (una milésima de milímetro). La talla media de una bacteria oscila entre 1 y 10 micras, si bien existen células «enanas» de 0,2 micras de longitud y células gigantes, cuya longitud alcanza las 500 micras.

En el estudio de la célula se distinguen dos tipos según la ausencia o presencia de núcleo: procariotas y eucariotas. La estructura de una bacteria es la propia de una célula procariota, es decir, del tipo de célula desprovista de mitocondrias, de cloroplastos y de núcleo diferenciado. Las bacterias contienen un solo cromosoma inmerso en el citoplasma, en el que ocupa de ordinario una zona central o nucleoide.

La pared celular de las bacterias está formada por mucopolisacáridos especiales (los peptidoglicanos) y rodeada externamente por una cápsula integrada principalmente por poliósidos. Esta pared confiere a la célula bacteriana su forma característica, su rigidez y su resistencia frente a las variaciones de la presión osmótica del medio externo. La estructura básica de la pared se ve a menudo completada por la presencia de otros constituyentes, variables según las especies.


Anatomía de una bacteria simple

Estas diferencias se ponen de manifiesto con la tinción de Gram. Mediante dicha técnica tintórea se distinguen las bacterias llamadas grampositivas, que poseen una pared espesa y densa, de las denominadas gramnegativas, cuya capa de peptidoglicanos tiene un espesor menor, pero está acompañada por una membrana de estructura parecida a la de la membrana plasmática. Además de su función esquelética, la pared bacteriana constituye la zona de intercambio entre la bacteria y su medio exterior.

Modos y medios de vida
La afinidad de las bacterias con el oxígeno varía según las especies. Algunas bacterias necesitan tomar el oxígeno que se encuentra en estado libre en el aire: son las denominadas bacterias aerobias, como las pertenecientes a los géneros Pseudomonas o Bacillus. Las denominadas bacterias anaerobias, como por ejemplo las del género Clostridium, no pueden vivir más que en ausencia de oxígeno. Muchas de estas últimas son responsables, junto a otros organismos, de las reacciones de putrefacción. Otras especies, por su parte, son capaces de asimilar el nitrógeno atmosférico, como sucede entre las del género Rhizobium.

Por otra parte, es posible distinguir entre bacterias autótrofas (cianobacterias, nitrobacterias, ferrobacterias...), que no necesitan materia orgánica, y bacterias parásitas, que se desarrollan a expensas de otro ser vivo, con beneficio recíproco en el caso de las bacterias simbiontes; muchas de las bacterias saprófitas, por último, se alimentan de los residuos orgánicos de los suelos húmedos.

Ciertas bacterias presentan cierta capacidad de movimiento. Algunas se deslizan sobre la superficie del sustrato; otras son móviles merced a la presencia de flagelos, como sucede en el caso de la bacteria tifídica; pero otros tipos, como los estreptococos, son totalmente inmóviles.



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